No dejemos que un detalle nos robe la belleza de todo lo demás
Hablemos de distorsiones. Hoy quiero hablaros de algo que todos experimentamos pero que pocas veces identificamos con claridad: las distorsiones cognitivas. Son formas de pensar que nos hacen ver la realidad de manera parcial, sesgada, como si lleváramos unas gafas que deforman lo que tenemos delante. No son mentiras absolutas, porque siempre hay un punto de verdad, pero sí son interpretaciones incompletas que nos llevan a sentir y actuar de manera desajustada.
Entre estas distorsiones hay una que aparece con frecuencia en la vida diaria: la abstracción selectiva.
La abstracción selectiva consiste en fijarnos únicamente en un detalle negativo de una situación, ignorando todo lo demás. Es como mirar una fotografía y quedarnos atrapados en una pequeña mancha en una esquina, sin ser capaces de ver el paisaje que aparece en ella.
Ejemplo sencillo: recibes una felicitación en el trabajo por tu desempeño, pero alguien hace un comentario crítico en medio de tantos halagos. ¿Dónde se queda tu atención? Probablemente en esa única crítica, que ocupa más espacio en tu mente que todos los reconocimientos recibidos.
Lo mismo pasa en lo personal: te dicen diez cosas bonitas, pero recuerdas la única palabra que dolió. O haces muchas cosas bien a lo largo del día, pero te castigas por el error que cometiste.
La abstracción selectiva no es un simple despiste: cuando se repite, moldea la forma en la que percibimos la vida.
Distorsión de nuestro día a día: si siempre nos fijamos en lo negativo, la realidad se nos presenta mucho más oscura de lo que realmente es. Un error puede hacer que un día entero parezca “horrible”.
Distorsión de nosotros mismos: poco a poco, esa mirada sesgada alimenta nuestra autoestima. Si solo damos peso a los fallos y no a los logros, acabamos creyendo que “no somos capaces”, “no valemos”, “siempre lo hacemos mal”.
Distorsión de nuestra vida: con el tiempo, ese filtro negativo se expande. Empezamos a recordar más los momentos amargos que los dulces, a esperar lo malo antes que lo bueno, a vivir con la sensación de que la vida es menos amable de lo que realmente es.
La vida nunca será perfecta, siempre habrá sombras. Pero si aprendemos a mirar más allá de ellas, descubrimos también las luces que conviven al mismo tiempo. La abstracción selectiva nos hace creer que la mancha define la foto entera. Cambiar la mirada nos permite ver que la mancha existe, sí, pero que el paisaje sigue estando ahí, lleno de color y de matices.
Y quizás ese sea el verdadero reto: no dejar que un detalle nos robe la belleza de todo lo demás.